abril 15, 2008

Fiebre amarilla... Jaaa jaa!

Dicen que no es lo mismo los tres mosqueteros que 20 años después, pero en el caso de Los Simpson, tras dos décadas de irreverencias en la pantalla chica y un exitoso largometraje que, pese a todos los pronósticos, ratificó la vigencia de la disfuncional familia de Springfield ­dando nuevos bríos a la fiebre amarilla y a la simpsonmanía en todo el mundo­; sencillamente, al más puro estilo argentino, se puede afirmar que 20 años son nada.
Para ponerlo en contexto, la serie ha visto pasar a cuatro presidentes estadounidenses ­Ronald Rea-gan, George Bush padre, William Clinton y George W. Bush­; a cinco en México ­Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón­; a dos Papas ­Juan Pablo II y Benedicto XVI­, y a cinco justas olímpicas ­Seúl, Barcelona, Atlanta, Sydney y Atenas­, además de que sobrevivió al fin de la guerra fría y a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra EU. De hecho, cuando Los Simpson hicieron sus primeras y breves apariciones en la "caja idiota" en El show de Tracy Ullman en 1987, la Internet ni siquiera era imaginada como el vehículo de comunicación que hoy es.
A todas luces, después de cuatro lustros, Los Simpson nutren a la cultura global. Al respecto, el historiador de arte y académico de la Universidad de Fráncfort en Alemania, Henry Keazor, afirmó que Los Simpson forman parte de la literatura universal. Para muestra basta un botón: la expresión de consternación de Homero d'oh! ha sido incorporada al Oxford English Dictionary, aunque sin el apóstrofe. La tradicional burla de Nelson, ha-ha! es una forma universalmente reconocida para mofarse de los demás. Otro tanto ocurre con el eufórico woohoo! de Homero ­también usado por Bart­ cuando algo le sale bien, o el clásico excellent del siniestro Señor Burns.


Asimismo, las palabras cromulent (válido) y embiggen (engrandecer), introducidas por los guionistas de la serie en el episodio "Lisa la iconoclasta" ­donde la pequeña Lisa, luego de hacer diversas indagaciones históricas encuentra que el célebre Jeremías Springfield, fundador de la ciudad, fue un pirata enemigo de George Washington, y no el héroe que todos creen­, hoy son ampliamente utilizadas en el idioma inglés, al punto de que cromulent ya figura en el Webster's New Millennium Dictionary. La palabra kwyjibo creada por Bart en uno de los primeros episodios de la serie cuando jugaba Scrabble con la familia, fue el sobrenombre del virus (gusano) de computadora Melissa (a dicho virus, se le conoce también como el virus de Los Simpson).


Publicaciones tan prestigiadas como el New Scientist han empleado frases dichas por personajes de la serie. La revista Nature, con motivo del estreno de Los Simpson, la película, seleccionó con seriedad y humor los momentos "más científicos" de la serie. La otra cara de la moneda fue la conservadora Na-tional Review, que en el contexto de la negativa de Francia a apoyar la resolución de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para hacerle la guerra a Irak en 2003, calificó a los franceses como cheese-eating surrender monkeys (simios perdedores comedores de queso), expresión empleada en un episodio por el intendente Willy quien, debido a los recortes presupuestales en la Escuela Primaria de Springfield, tenía que impartir clases de francés. De hecho, la frase surrender monkeys se convirtió en un estándar de organizaciones y figuras conservadoras en Estados Unidos, para referirse a los franceses, antes y después de los acontecimientos de 2003.

Pero de hecho, Keazor no es el único académico interesado en un análisis más profundo sobre Los Simpson. Hay, por lo menos, una docena de libros dedicados a explorar diversas aristas de la serie, desde su filosofía (William Irvin, The Simpsons and Philosophy), hasta su contribución a la ciencia (Paul Harpern, What science ever done for us? What The Simpsons can teach us about physics, robots, life and the universe), pasando por la postmodernidad y la contra-cultura (John Alberti, Leaving Springfield. The Simpsons and the possibility of oppositional culture), además de reflexiones muy puntuales sobre las temáticas abordadas en los episodios, como la religión (Mark Pinsky, The gospel according to The Simpsons, que ya cuenta con una segunda edición, corregida y aumentada).

Prácticamente cualquier situación de la vida cotidiana es tocada y parodiada en los más de 300 episodios de la serie. Además, es vista en buena parte de los países del mundo, doblada a decenas de idiomas, incluyendo el español, el francés, el alemán, el portugués, etcétera, lo que posibilita que sus personajes sean fácilmente reconocidos, inclusive por encima de figuras políticas, intelectuales, y otras celebridades de la vida real. Así, la influencia de Los Simpson en la vida cotidiana de las sociedades es clara y no está exenta de polémica: una encuesta realizada por la BBC News a dos mil jefes de familia en la Gran Bretaña en agosto de 2005 reveló que los papás culpan a Homero Simpson de fomentar un estilo de vida poco sano que lleva a que sus hijos consuman productos chatarra. Esta encuesta encontró que de 1990 a 2005, la obesidad se sextuplicó entre los menores de 15 años en el país, pese a que en más de una ocasión se ha dicho que Los Simpson son dibujos animados para adultos y que cuando se empezaron a transmitir, por ejemplo, en España, se les programaba después de las diez de la noche. Al menos a mí, nunca me dejaron ver los Simpsons hasta que cumplí los 14, jeje.

1 comentario:

Prudence Cohel Smith dijo...

LOS SIMPSON ROCK!!!!!!!
y THE BEATLES mas!!!!!!!!
me encantó la foto