abril 09, 2008

¿PETROLEOS MEXICANOS?

Este es un artículo editorial que hice para mi clase de periodísmo, haber que les parece...
En el debate que se sigue sobre Pemex, a través de los medios, reuniones abiertas y cerradas, puedo materializar la idea de que lo que se logrará va a ser, si acaso, una reforma light. Quienes han adoptado este calificativo son partidarios de que el gobierno continúe con el control de la paraestatal, pero consideran que, si no se altera el artículo 27, los cambios que se obtendrían serán tan insignificantes que no valdrá la pena el desgaste político que se prevé inevitable.

Tomando en cuenta documentos que tratan sobre la situación de Pemex, elaborado por la paraestatal, así como el excelente discurso del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; que si no mal recuerdo fue en marzo, y la rica información y las opiniones que él debate, plantean que nuestro gigante petrolero está de tal manera inmovilizado que una reforma que le permita respirar, organizarse bajo reglas de gobierno corporativo, contar con recursos en forma oportuna y libertad para invertirlos eficazmente, de ninguna manera es una reforma light. De hecho, la capacidad ejecutiva de Petróleos ha sido afectada en forma tan profunda que, sin cambios de naturaleza organizacional y presupuestal, la empresa no será capaz de ejecutar las tareas más complejas que acompañarían a la reforma que se necesita.

En un diagnóstico, Pemex habla con franqueza inusual sobre una de las ataduras más dañinas, la Secretaría de la “Disfunción” Pública: “La fiscalización se ha enfocado más a un seguimiento escrupuloso de los procedimientos y menos a un esquema de acompañamiento de la operación con sentido productivo, que no ha logrado abatir la corrupción ni fomentar un mejor desempeño”. En pocas palabras, a la Secretaría de la Función Pública le importa más que se cumpla con el manualito, aunque éste sea una pequeña monstruosidad, que los resultados productivos de la empresa. La situación debe ser tan grave que el documento recomienda explícitamente que “se sancione a los culpables de ilícitos graves y no ser excesivamente riguroso con empleados y funcionarios que cometan faltas administrativas menores”.

Para que Pemex pueda tener autonomía de gestión y le sea posible ir adoptando principios y prácticas de un gobierno corporativo eficiente, debe modificarse la composición del Consejo de Administración que, aun cuando se modificó en 1992, durante el gobierno de Salinas de Gortari, refleja la filosofía del antiguo corporativismo. El Consejo se compone de 11 consejeros propietarios, seis que representan al Estado, y en el que tienen que estar el titular de la Secretaría que supervisa a Pemex, el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y cinco representantes del sindicato petrolero. Según sé, el secretario de Hacienda siempre ha sido miembro del Consejo de Administración de Pemex y en este caso no es la excepción.

Héctor Aguilar Camín señala que “Pemex no es en realidad una empresa petrolera de los mexicanos es la caja de recursos para un gobierno federal que no cobra impuestos suficientes para subvenir sus gastos. Sobreexplota entonces al monopolio petrolero perpetuando año con año dos ineficiencias: la de no cobrar impuestos suficientes y la de no mejorar a PEMEX”.

En pocas palabras Pemex tiene al enemigo representado en el Consejo por doble cuenta: primero, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que actúa bajo el reflejo condicionado de exprimir las finanzas para cubrir su ineficiencia y que, como bien lo dice Aguilar Camín, es el verdadero dueño de nuestra empresa petrolera. En segundo lugar, tiene a ¡cinco representantes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana!, parte esencial del problema de la corrupción en Pemex y, sobre todo, principal deudor de la paraestatal, pues la mitad de la deuda de la empresa está representada por las pensiones de los trabajadores. En el Consejo de Administración participan también los titulares de secretarías con serios problemas de capacidad de ejecución, como la de Comunicaciones y Transportes y la de Economía. ¿Cómo van a poder ayudar a Pemex si la Secretaría de la Función Pública también les dificulta la vida?

Cambios de gobierno corporativo, de control y fiscalización y, sobre todo, de autonomía presupuestal, cambios en los que incluyo el fortalecimiento de la Dirección General, en este caso representada por Jesús Reyes Heroles, lograrían avances visibles y rápidos en los resultados de la empresa, que la prepararían con miras a que los complicados retos de la exploración y la explotación, tanto en las cuencas ya conocidas como en aguas profundas, sin hablar de lo relativo a la petroquímica, el transporte, etc., lograran desencadenar demandas de recursos humanos y de insumos que crecientemente pudieran satisfacerse por mexicanos. ¡Eso no se logrará con una reforma light!

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