febrero 28, 2009

Ing. Ferdinand Lazario do Lima
Presidente de Pendragon S.A.
P R E S E N T E:

Por medio de este conducto me dirijo a usted para tratar ciertos puntos que esta empresa considera importantes y que conciernen al funcionamiento de los recursos materiales y humanos de esta.

En primera instancia, las evaluaciones realizadas a los dispositivos de Morfeo, indican que hay alteraciones severas en las imágenes que se proyectan principalmente en las noches ya que son las mismas; el departamento de "concentración" dice que este incidente presenta complicaciones para esta área.

Por otra parte, el personal de "suprarrenales" indica que la producción de epinefrina se ha disparado considerablemente. Las válvulas de escape están más aceleradas pero eso ha resultado ser benéfico para el sistema arterial, el problema es que a veces se sobre cargan los sistemas arteriales y pueden estallar.

Se ha contactado con importantes técnicos para cada área quienes sugirieron realizar un estudio más profundo a estos inesperables cambios en los equipos de trabajo. Después de realizar varias encuestas, estas arrojaron los siguientes datos: los integrantes de la empresa son mucho más eficaces y eficientes, debido a que sus estados anímicos son más óptimos; este hecho ha generado mayor productividad y los asociados a la empresa han podido notarlo. En consecuencia, la empresa ha firmado varios convenios con importantes compañías y está mejor que nunca.

La causa de estos hechos, ha sido la presencia de trabajadores de su respetable compañía Pendragon S.A. en la planta que entraron de manera incógnita para no poner a la expectativa a los trabajadores de nuestra empresa, pero que sin embargo, han hecho un excelente trabajo hasta el momento. Sin más por el momento, y agradeciendo de antemano el apoyo y dedicación a los trabajos que aquí se realizan le enviamos un cordial saludo y el deseo de que las cosas sigan así hasta que expire nuestro contrato.
ATENTAMENTE:
Lic. Sophie Prym
Presidenta de Pommework, México.

febrero 26, 2009

El hombre árbol...ÁRBOL!!

OMG!! Me acabo de encontrar con esta imagen que me dejó de a cuatro... Es el caso de un hombre de Indonesia llamado Dede, que padece de una deficiencia en su sistema inmunológico le ha hecho desarrollar raíces, como si de un árbol se tratara. En su adolescencia, cuando tuvo un accidente y se produjo unos cortes en la rodilla. Este hecho nada extraordinario, fue un punto de inflexión en su vida. Dede, que ahora tiene 35 años, vio cómo de su cuerpo empezaban a brotar estas extrañas raíces!! Dede dice haber cortado las raíces y que, para su sorpresa, las raíces seguían creciendo y con mayor rapidez. Pese a ello, el gobierno de Indonesia no le permitía ser tratado por ningún médico extranjero, por lo que la enfermedad fue en aumento.
No podía llevar a cabo las tareas domésticas, dejó de trabajar y fue abandonado por su mujer, viéndose obligado a educar a sus hijos inmerso en la pobreza, resignado a malvivir con su enfermedad.
Afortunadamente, Dade, con las extremidades plagadas de verrugas gigantes con aspecto de corteza, regresó a casa en octubre de 2008, después de ocho operaciones en 9 meses, y de que los médicos le extirparan seis kilos de piel afectada por esta rara enfermedad.
Ver... para creer? :S

febrero 22, 2009

Compro, luego existo


Esta obra de Guadalupe Loaeza es un reflejo de la realidad que se vivió en los años noventas en las sociedades de clase alta en México; sin embargo, las cosas no han cambiado del todo, puesto que sus características, intereses e incluso costumbres, siendo las mismas que hace 17 años.

El libro narra el estilo de vida y la idiosincrasia de un grupo “selecto” de tres amigas “bien” y una no tan “bien” y a través de sus historias se puede descubrir con cierto asombro, un poco de incredulidad y hasta ridícula, la manera en que sus mundos giran completamente alrededor no tanto del dinero sino como de lo que se posee y se puede llegar a poseer con solo desearlo y tener una ilimitada tarjeta de crédito.

Ubicada en 1992 exactamente, justo cuando las esperanzas económicas del pueblo mexicano, de todas las clases sociales, estaban en el recién firmado Tratado de Libre Comercio, comienza a narrarse la historia de Sofía, una mujer de 45 años quien disfrutaba de unas vacaciones en Nueva York después de regresar de su viaje por París. Sofía era una compradora compulsiva que no le daba tregua a su American Express a pesar del remordimiento que siempre la embargaba después de utilizarla al comprar algún lujoso artículo (algunos innecesarios) de marcas prestigiadas en las tiendas más caras de la 5ta Avenida. Sin embargo, rápidamente se justificaba así misma y a su compra con alguna frase que la tranquilizaba momentáneamente, justo a tiempo para volver a hacer uso de su adorada tarjetita.

Sofía sentía un enorme bienestar al comprar compulsivamente. Comprar la hacía sentir segura, importante, bella, joven y con poder; eso la tenía adicta. Su necesidad de encajar en un mundo ficticio y superficial la hacía vulnerable frente a cualquier producto que le ofreciera cualquiera de estos beneficios. Una mujer con clase, completamente materialista; esposa de un hombre infiel completamente enajenado de los sentimientos de su mujer; madre de tres hijos igualmente materialistas o por lo menos, su hija de 17 años, cuya esfera social estaba conducida por las posesiones y las poses: el vestir, que y donde comer, las compañías, las escuelas y un sinfín de superficialidades.

Ana Paula es la típica “nueva rica”. Su esposo, banquero, ha logrado obtener los recursos para ofrecerle a su familia una vida de ricos pero, pese a que pueden comprar lo que se les apetezca, no logran encajar en el grupo social de la gente “bien”. Ana Paula y su esposo Alberto, son personas provenientes de la clase media y que han procurado que sus hijos se involucren con los de la clase alta en las mejores escuelas y talleres, para que “se sientan orgullosos de donde estudian y de lo que tienen, más que de por quienes son”.

En su afán de agradar a sus “amigas”, Ana Paula gasta a diestra y siniestra en artículos que ella siente, le dan “categoría”, exagera en su forma de vestir, en sus modos, en la decoración de su casa e incluso, en las cosas más mínimas (como las bebidas de su cena y las galletas en las copas de menta) por tal de sobresalir y ganarse el respeto y admiración de quienes nada más no la quieren en su grupo. Además no solo no se encuentra conforme con su modo de vida sino que tampoco está a gusto con su aspecto físico y es por ello que gasta lo que sea necesario para verse como sus amigas “bien”. El dinero a fin de cuentas, podía comprarle una imagen que la hiciera sentir segura y bonita, como tanto había querido, a pesar de que el dinero jamás pueda comprar la clase de una persona por más rica que esta sea.

Aparece entonces en escena Inés, una investigadora y profesora de universidad. En su caso, el vacío que sentía más que materiales, eran afectivas. Su esposo Daniel, quien en este caso es el consumista por excelencia, volcaba todas sus “deficiencias” para mostrar cariño en objetos y cosas banales y hasta cierto punto inútiles, como los gadget y las artesanías. Rodeados de lujos y comodidades de las cuales todos los ricos disfrutan presumir a sus demás amigos ricos han criado a sus dos hijos, siendo el mayor, Jerónimo, de 19 años, el reflejo de la sociedad emergente de “niños bien”.

Completamente materialista, este joven no consume tanto por necesidad como por vanidad. Vestir bien y de marca, ir a los restaurantes y antros de moda le dan “categoría”. Inclusive, su novia (una niña bien) también le da categoría. Sin embargo no tiene aspiraciones, ni oficio ni beneficio y tampoco parece querer tenerlo. Es el clásico junior que podemos aún encontrar hoy en día y en todas las sociedades mexicanas.

Por último, tenemos a Alejandra, una exitosa vendedora de bienes raíces esposa de un próspero empresario de la industria de la construcción. Ambos tan refinados como consumistas. Sin embargo, Alejandra es la primera que reconoce sus excentricidades como elemento fundamental de miembro de la sociedad tan selecta a al que pertenece; acepta que su consumismo está justificado como parte de su apariencia y la imagen que tienen los demás de ella y su familia. Alejandra, de las cuatro, es la más exigente, la más juiciosa y cerrada.

Al igual que Sofía, disfruta de comprar productos que le den categoría y mientras más caro el producto y de mejor marca sea, mayor estatus le da frente a las personas que están a su alrededor. Para ella, ante todo y lo más importante, son las apariencias.

El desdén por lo hecho en México y el deseo descarado por ser como cualquier sociedad, menos como la mexicana se encuentra presente a lo largo de toda la historia. Los personajes lo gritan a los cuatro vientos en sus maneras de conducirse, en su manera “agringada” de hablar y en sus formas de comprar y consumir.

Una sociedad hueca y fracturada, no solo como la que nos muestra la clase alta mexicana, sino en general, es víctima vulnerable que constantemente está siendo condenada a la idea de que bienestar, estatus, prestigio y respeto, son sinónimos de dinero, de bienes materiales y de membrecías selectas.

Esta obra de Loaeza, una de las mejores críticas de la sociedad mexicana, a mi parecer, retrata magistralmente lo que no solo se vivió en el D.F. en 1992, sino que muestra la realidad en todas las esferas sociales, aunque la mayoría en niveles menos ostentosos, pero que somos enfermos del mismo mal: las modas, las compañías, las aspiraciones, los deseos, las necesidades, absolutamente todo gira en torno al dinero y por ende, a las posesiones. No es ningún secreto: México más que un país capitalista, es un país completamente consumista.

febrero 03, 2009

#2 La Sombra de Katzenbach

Bien, hce unas semanas terminé de leer La Sombra, de John Katzenbach y para ser sincera, si lo compré fue gracias a la maravillosa historia que trabajó en El Psicoanalista y por la portada tan interesante... la sinopsis fué más o menos interesante, rezaba así:


En el Berlín de 1943, nadie conocía el nombre de La Sombra. Pero ser visto por este judío despiadado era sinónimo de muerte: colaboraba con la Gestapo en la identificación y delación de otros ciudadanos judíos para condenarlos a los campos de extermino. En el Miami de finales del siglo XX, la deprimente vida de Simon Winter — retirado de la Brigada de Homicidios de la Policía— da un giro inesperado cuando su aterrorizada vecina llama a la puerta de su apartamento. Sophie, superviviente del Holocausto, cree haber visto a La Sombra. A la mañana siguiente, aparece estrangulada, con los ojos desorbitados de terror. La policía supone que se trata de un asesinato más, pero Winter sabe la terrible verdad: un escurridizo asesino está eliminando a los supervivientes del Holocausto que viven en Miami. Tras años de retiro, Simon debe vérselas con un experto y sádico exterminador que pretende mantener su historia oculta para siempre.


En lo particular, me gustó mucho pese a que la lectura policiaca nunca ha sido mi máximo, esta tiene algo interesante... es intrigante y a partir de la mitad del libro no puedes dejarlo de leer, eso sí, no se compara al psicoanalista, pero es una lectura bastante buena, entretenida y bien redactada; si eres de las personas de buen leer, te la recomiendo.