Acabo de terminar de ver Hot Fuzz, una película del Reino Unido del director Edgar Wright. A grandes rasgos trata de "Nicholas Angel, el mejor agente de policía de todo Londres. Es tan bueno que hace que todos los demás parezcan malos. Por esa razón sus superiores le mandan a un lugar donde su talento no resulte tan embarazoso para ellos: a la villa de Sandford. Al ver reemplazada la frenética actividad urbana por fiestas en jardines y reuniones de vecinos, Angel trata de adaptarse a su nueva situación en compañía de su nuevo colega Danny Butterman, un alguacil un poco lerdo pero lleno de buenas intenciones. Cuando todo parecía perdido, una serie de terribles accidentes llevan a Angel a pasar a la acción. Convencido de que hay algo sucio en todo esto, empieza a darse cuenta de que Sandford puede no ser un lugar tan idílico como parece"´.
Es así como rezaba la sinopsis... La película es plenamente recomendable como una divertida cinta que mantiene íntegra la inteligencia del espectador, a la vez que responde como una estimable parodia que muestra gran conocimiento de los géneros y películas a las que rinde tributo. Ofrece grandes dosis del humor alternativamente inteligente y absurdo que ha dado justa fama a sus responsables.
En lo personal, capturó mi atención en una temàtica particularmente importante y una realidad que se vive en la mayoría de las sociedades: somos unos cangrejos dentro de una cubeta. Todos queremos una vida tranquila, cómoda, tranquila y próspera; queremos ser reconocidos, admirados y porque no, envidiados por algo en lo que hacemos o somos, o por lo menos, darle algo de vida a nuestra existencia plana. Como los cangrejos, no nos agrada ver el pasto del jardín del vecino más verde que el nuestro; pese a todos los sentimientos que nos produce, esta sobre todos la envidia, y el ¿qué tiene ese que no tenga yo? nos invade a la menor provocación.
Somos egoístas, está dentro de nuestra naturaleza..... pero ¿en todo, siempre? Hasta con nuestra familia.... "¿Porqué a él si le das permiso de...?" "¿Porqué a él el mejor...?", "Es tu consentida", "A mi edad ella ya podía...." "No son justos conmigo".... Son las frases representativas de reproche de los hijos hacia los padres y hacia la misma vida... Acaso ¿es un sentimiento aprendido desde la infancia? (si es que me permiten considerar que la envidia es un sentimiento).
Somos individualistas al por mayor. A pesar de que el ser humano es un ente eminentemente social por naturaleza, según los estudios de un profesor de ciencias sociales, lo es porque necesita cubrir sus necesidades que son cambiantes...necesidades similares y al mismo tiempo diferentes (se lee como teoría teológica, jeje) Por lo que repruebo el materialismo hístorico de Marx, somos distintos o eso nos gusta sentir, y al mismo tiempo, necesitamos sentirnos pertenecientes a un grupo de iguales... no nos gusta que nadie brille más que nosotros, cosa que siempre va a existir. Por ello nos vemos obligados a tratar de sobresalir pagando un costo, claro está. Es ahí cuando entra la moral.... es cuando manipulamos los códigos éticos a nuestro beneficio... lo relativo de la conducta humana: lo bueno es lo conveniente o lo correcto y en base a qué podemos medir nuestras acciones.
"Vive y deja vivir", es una frase utópica en mi opinión, no con ello negando que sería lo ideal, pero sabemos que siempre va a existir en nosotros un cangrejo egoísta... ¿habrá manera de erradicar ese cáncer o debemos resignarnos y disfrutar de esa sensación de control que nos otorga saber que todos somos igual de mediocres? o que por lo menos, sabiéndonos pertenecientes al grupo de la mayoría y criticando a esos pocos que logre salir de la cubeta.
Creo que la solución está en las teorías humanistas intentando no sonar tan egocéntrica: el ser humano es el centro del universo (limitando este último término a SU universo)... El hombre ES el principal problema, no como raza, sino como individuos....